martes, 30 de octubre de 2012

¿Y mi Final Feliz?




Capitulo XVII
Edward POV


Mi hermana no se encontraba y su amiga tampoco. ¿Abrían dejado algo en el auto? 

La verdad no recordaba haberlas visto bajar del vehículo pero no creo que siguieran en él, mucho menos el que hubieran estado junto a nosotros cuando los demás llegaron. Mire a mis padres buscando respuesta pero estaban demasiado interesados en la conversación que Tanya había comenzado hace un minuto. 

Decidí esperar un momento dándoles privacidad, si es que necesitaban estar un tiempo a solas. Tal vez estarían hablando de Jasper, no pude evitar sonreír con gracia al imaginarlas o el imaginarme la reacción de Jasper si lo supiera. 

Me sentí observado, no por el simple hecho de que apenas había dicho dos palabras en todo el rato y todos me veían esperando una repuesta, pero no contestaba más que un sí o un no. Alguien me veía y no de la manera normal. 

Incomodo por la sensación vi cada par de ojos buscando al culpable y lo encontré. La vista de Emmett viajaba de mí hacia atrás de donde yo me ubicaba; su mirada era intranquila. Curioso voltee buscando la razón de su estado y me encontré con Alice apoyada a un lado de la pared viendo hacia la puerta principal de la casa. Por un segundo creí ver preocupación en su rostro pero al darse cuenta que la observaba me dio una tierna sonrisa y se unió a la plática sentándose junto a Emmett. 

Los minutos pasaron y Bella no apareció. No podía ser normal su ausencia sabiendo lo mucho que me extrañaba. Siempre había hablado a cerca de no dejarme ni un minuto a solas cuando pudiéramos pasar tiempo juntos. 

Preocupado me levante del sillón en dirección a la entrada de la casa. 

-Edward – oi varias voces llamarme, entre ellas la de Alice – Dime… 

- En un momento viene – contesto sabiendo que era a ella quien le preguntaba, obviamente mirada en su dirección lo había dejado más que claro. 

- No importa – seguí caminando – Regreso en un momento – le hable a todos. 

Emmett estaba raro y Alice estaba rarísima, aunque apenas los conociera podía decir que se leía en sus caras. Seguí caminando intentando no pensar en que tal vez Bella tenía una sorpresa para mí y yo la arruinaría. Era mi hermana, no creo que fuera un pecado el querer pasar tiempo con ella. 

Abrí la puerta pero no encontré a nadie en la entrada. Un sonido proveniente de la cochera llamo mi atención cuando pensaba cerrarla y regresar a la sala con los demás. Distinguí la voz de Bella por lo que camine en dirección a esta. Entre los rosales de mi madre pude ver partes de su espalda, ella estaba ahí. 

-Be… lla – su nombre salió de mis labios entrecortado al ver que no estaba sola, sino junto a… un chico. Me preocupo ver la posición de su cuerpo, estaba un poco encorvada y sus brazos caían pesados a los lados. Sin pensarlo dos veces me acerque a ella ignorando a quien fuera que estuviera. 

- ¿Estas bien? – le pregunte una vez frente a ella, no me miraba a los ojos y agachaba un poco la cabeza. Definitivamente algo no estaba bien aquí, levante su rostro con ambas manos y la obligue a que me viera. Su mirada reflejaba dolor y tristeza, el brillo en ellos que la caracterizaba estaba casi completamente apagado y el enrojecimiento de estos me aseguraba que había llorado. 

Algo en mí se apodero mientras Bella asentía sin fuerzas, sentí mi cuerpo calentarse en un segundo, mi preciosa hermana lloraba por culpa de ese que se encontraba a mi espalda, ¿Qué derecho tenia para venir a Mi casa y hacer llorar a Mi hermanita? Ninguno. 

Mire a Bella unos segundos más intentando ver si se encontraba bien, a quien engañaba, como se iba a encontrar bien. Di media vuelta con una furia casi incontenible. 

-¿Quién eres tú? ¿Y quién te crees para venir a mi casa y hacer llorar a mi hermana? – cerré mis manos fuertemente intentando no explotar. Nadie, es decir, nadie tiene el derecho de hacer sufrir a Bella. 

-Hey… yo no estoy llorando – contesto ella con un deje de molestia por lo que yo había dicho, pero aunque lo negara ella sabía que si lo había hecho. 

Me moleste, oh si me moleste con ella por dejar que alguien la lastimara ¿Cómo era posible? Siempre ha sido una chica fuerte y decidida. 

-Tu… tu simplemente no digas nada – la mire intentando no reflejar mi enojo con ella, estaba defendiéndolo sin merecerlo. 

-Yo… -dio un paso – soy Jacob Black, el… - se detuvo, verlo ahí de frente a mí con un gesto estúpido en la cara hicieron que mi molestia hacia él se convirtiera en repulsión, yo era agua y él era aceite. 

- ¿El? – pregunte forzándolo a continuar, mi paciencia era nula cuando me enojaba y con este individuo, por no decirle de otra forma, no era la excepción. 

-Amigo de Bella – termino – solo venía a despedirme de ella. 

¿Su amigo? ¿Su amigo?, Bella me había hablado de sus amigos y si él fuera uno de ellos sabría de su existencia. Mi hermana jamás me había escondido nada, no creo que pensara comenzar precisamente ahora que volví. Quería golpearlo, como podía llamarse amigo de Bella si la lastimaba al punto de hacerla llorar. 

Nunca dejo de verme y tampoco yo lo hice, estaba en todo mi derecho al defender a mi hermana y tenía una gran desventaja. Se encontraba en mi territorio y la protegería con mi vida si fuera necesario. 

-Ya lo hiciste, ya te puedes ir – me contuve de gritarle por respeto a Bella, pero si ella no se encontrara aquí con gusto lo hubiera sacado a patadas. 

- Edward – me llamo con su vocecita suplicante - ¿Me podrías dar un minuto con él a solas? – pidió tomando de mi mano, segundos después la presiono repitiendo con ese gesto la pregunta ya formulada. 

La solté. Todavía no podía creer que prefiriera estar con él, sufriendo, que regresar conmigo a la casa. No cabía en mi cabeza que ella quisiera eso pero le di su espacio y me aleje, sintiéndome un poco menos importante en la vida de Bella 

La espere en la puerta principal pero me sentí un intruso al intentar ver desde lo lejos lo que pasaba. Todavía no podía creerlo, se suponía que este día sería el mejor inicio de un nuevo capítulo en mi vida y la de Bella. 

Tienes que aceptarlo, Bella ya es mayor y puede cuidarse sola hablo mi conciencia. 

Ella era mi tesoro el cual había prometido proteger todos los días de mi vida y ahora estaba aquí, recluido, luchando contra mi corazón quien me grita pidiendo defendiera a Bella y mi cerebro quien me decía que no me necesitaba como antes. 

Entre, no quería que Bella me encontrara espiándola, se desilusionaría de mí, yo ya lo estaba. Pero no pude seguir, mis pies tomaron raíces y me quede ahí esperando su aparición del otro lado de la puerta. Cada segundo lo sentí demasiado largo, con el pomo de la puerta en mano y viendo por el ojo de esta, espere. 

Finalmente oi y vi sus pasos cansados acercarse hasta que se detuvieron junto al auto de mi padre, tocaba su rostro limpiándolo. Había vuelto a llorar. 

Sentí mi corazón desprenderse por su sufrimiento, quería tirar la puerta y correr hacia ella para acunarla entre mis brazos pero no podía, seguía estancado. 

La seguí observando hasta que se acercó lo suficiente, abrí la puerta de un solo cuando la sentí intentar girar la perilla. Su mirada, marcada con un aire de sorpresa me delataron que yo era la última persona a la que quería ver en ese momento. Me dolió horriblemente el pecho, siempre había sido su consolador y ahora me aborrecía. 

Necesitaba decirle algo. Tal vez que yo estaba ahí para ella cuando me necesitara – No te necesita – me recordé. O podía decirle que si quería hablar con alguien podía confiar en mí – pero si ya no lo hace – grite en mi interior. Mientras una discusión se libraba en mi cabeza Bella me veía sin gesto alguno en su rostro. 

-Edward tus padres te esperan. Oh, Bella a ti también –oi la voz de Tanya a mi espalda, pero no me intereso lo que estuviera diciendo en ese momento. Mi prioridad era Bella y siempre lo seria. 

Tanto Bella como yo no le dirigimos palabra alguna pero mi hermana asintió en respuesta. 

Iba a detenerla en cuanto pasara junto a mí pero en cambio la falsa sonrisa que salió de sus labios me detuvo, la sentí vacía y obligada. Ella definitivamente no estaba bien y yo averiguaría la razón. No me importaba si se enojaba conmigo, al final haría todo para que volviéramos a ser los mismos de siempre.


miércoles, 24 de octubre de 2012

La Bestia del Castillo




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Capitulo 17.- Reacciones no esperadas. 


Edward pov 

Apenas sentí el roce me levante como empujado de la cama, en cuestión de minutos encendí la chimenea. Con el miedo casi paralizándome mire hacia la cama. 

Mi esposa esta despierta, sentada y mirándome con sus enormes ojos. 

Caí de rodillas, eso es… un milagro. La partera dijo que quizá no despertaría. 

-¿Edward que…?- se movió para levantarse y no lo consiguió. 

Apenas puso su peso sobre sus pies se desplomo, un segundo antes me lance de lleno, logrando amortiguar su caída. 

-no te levantes, aun no, Dios… pensé que no despertarías nunca, la mujer dijo que tal vez no lo hicieras en mucho tiempo o que no lo harías nunca- dije abrazándola aun en el suelo. 

Me miro confundida 

-no te entiendo… ¿de qué hablas? ¿Cuándo llegaste? ¿Y nuestro hijo…? ¿Lo perdí… nació muerto… donde…?- un llanto rompió el silencio de la noche. 

-ahí esta nuestro hijo…- me interrumpió el llanto del otro- y ahí nuestro otro hijo- dije mirándola tratando apenas de no unirme al llanto colectivo de mis hijos. 

Me levante con trabajo ya que no la solté. La puse en la cama mientras encendía las velas para que ella los viera. 

-¿Dos? ¿Tuvimos dos?- pregunto tomando al más pequeño de edad. 

-no amor, tu tuviste dos, yo solo mire como los traías al mundo, esa fue la razón de que perdieras la consciencia, según Rhona todo lo que pasaste antes y el esfuerzo de traer dos te dejo mas muerta que viva, hace casi un mes que nacieron Bella, no habías despertado en todo este tiempo, por suerte pudiste alimentarlos sin necesidad de buscar una nodriza- dije. 

-¿alimentarlos como?- pregunto mientras seguían llorando los pequeños. 

-ah déjame mostrarte como, me temo que mientras dormías me tome ciertas libertades, a ver préstame a Huracán- dije tomando a mi hijo y dejándolo junto a su hermano. 

Tome a mi esposa y la deje sentada contra el cabezal de la cama, le deje al mismo niño que tomara antes entre sus brazos y con toda la pena porque esta vez esta consciente, descubrí uno de sus senos, el cual empezaba a gotear leche. El pequeño se pego de inmediato. 

-¿has hecho esto antes?- pregunto mientras sostenía al bebe y me miraba desconcertada. 

-desde que nacieron, lo siento amor, necesitaban comer y bueno tú tenías el alimento así que Carmen pensó que si los sosteníamos mientras comían estarían bien, esto lo hice cada que necesitaron alimentarse, además de lo que Alice y Rose les dan, no sé qué tipo de alimentos batidos les preparan porque a mí solo me entregan los platos y los niños- dije mientras abrazaba a Tornado. 

Cuando el otro seno empezó a gotear, pegue al otro bebe. Ante la mirada incrédula de mi esposa. 

-De verdad lo siento amor, es que si no come pronto hace berrinches, es tan enojón como yo- dije mientras ella lo sostenía con el brazo de ese lado. 

Me aleje mientras veía a mi esposa por primera vez alimentar por si sola a mis hijos y mirarlos con detenimiento. Hasta que una lagrima salió, seguía de otra y para cuando llegue a su lado lloraba con ganas. 

-¿cariño que pasa?- pregunte. 

-es que… no los distingo, no veo ninguna diferencia… no los conozco y además… me duelen lo senos… mucho- se quejo entre sollozo y sollozo. 

-mi vida, es normal, es la primera vez que los ves, yo tampoco los reconocía al principio, pero mira Tornado trae un lazo rojo y Huracán uno verde- dije descubriendo los bracitos de mis hijos. 

-¿Cómo los llamaste?- pregunto borrando todo sentimiento que no fuera coraje de su voz. 

-hum… Tornado y Huracán, es que aun no les he puesto nombre porque nunca escogimos uno y Emmet en broma los llamo así… son bastante terribles… duermen todo el día y dan guerra toda la noche, ya verás… en unos días te darás de topes como lo hago yo- dije sonriendo de nuevo. 

-no los llames así de nuevo o yo te daré de topes pero con un leño, el más grande que encuentre- dijo mientras los apretaba un poco mas contra su cuerpo. 

-de acuerdo… pero necesita un nombre- dije tratando de no reírme. 

Mi esposa esta sacando su instinto materno. Y el genio. 

-bien, el Rojo será Marco y el Verde Charlie- dijo sin más. 

Estúpido, ¿cómo no se me ocurrió antes? 

-me parece my bien, gracias cariño. Déjame ayudarte con Charlie- dije tomando a mi hijo en brazos mientras ella se quedaba con el otro. 

A diferencia de siempre que me costaba un mundo dormirlos, Marco se durmió enseguida, en sus brazos. Camine con Charlie un poco más, para cuando mire hacía la cama ambos dormían. Mi esposa aferrada a mi hijo, mi hijo con sus manos sobre el pecho de su madre. 

Me acosté junto a ella después de dejar a Huracán y quitarle a Tornado, me gusta llamarlos así y lo hare mientras ella no lo sepa. Me acomode donde siempre. Me dormí no sin poner mi mano sobre la de mi esposa. 

Por fin esta despierta, por fin está de vuelta en mi vida. Por fin estoy vivo de nuevo. 



Bella pov 

El llanto de una criatura me despertó, apenas abrí los ojos encontré a Edward dando vueltas con uno de ellos en los brazos. Antes de poder abrir la boca el otro se soltó a llorar. Se giro y lo tomo antes que yo me sentara del todo. Camino con lo dos de un lado a otro balbuceando y susurrando. 

-si quieres te ayudo con uno- dije al ver que seguía dando vueltas -quizá tienen hambre- sugerí 

-no, apenas tiene dos horas de haber comido, tienen aire, no te preocupes, duérmete, yo me encargo- dijo sonriendo. 

Me sentí rechazada, estúpidamente dejada de lado. 

Es normal que él se encargue, después de todo los ha cuidado desde que nacieron pero yo soy su madre, se supone que yo debo saber que les pasa. 

Las cosas siguieron así por días, donde lo único que hice fue alimentarlos ya que él se encargo de lo demás. Cuando no es él es Rose o Alice o Carmen, todos menos yo. Los bañan, los cambian, los duermen, los sacan a pasear. Saben cuando tiene dolor, o hambre o sed o sueño, o calor o cualquier otra cosa. 

Yo aun necesito ver el maldito color del lazo para saber cual es cual, pero ellos desde lejos y a veces solo por el llanto saben de qué niño se trata. 

-me llevare a los niños para bañarlos señora, no se preocupe y descanse- dijo Carmen tomando a Huracán… digo Charlie en brazos mientras Alice abrazaba a Marco. 

-no, trae lo necesario, los bañare aquí- dije mientras me levantaba lentamente. 

No me dejan estar de pie mucho rato, según porque durante el tiempo que dormí apenas me mantuvieron con líquidos para que tuviera leche y no estoy bien alimentada. 

-pero señora, no debe pararse aun, solo lleva despierta quince días, la boda es en dos y estoy segura que deseara estar repuesta para ese día, no se preocupe por ellos, estarán bien- dijo Carmen de nuevo. 

-sí, claro que lo estarán, tienen a todo mundo al pendiente de ellos, no es como si me necesitaran- dije con coraje. 

Me miro borrando la sonrisa pero no dijo nada más, salió de la habitación mientras yo me sumía en el llanto. 

No parecen necesitarme para nada más que no sea alimentarlos con mi leche porque del resto Alice y Rose parecen encargarse de todo. Claro que Rose solo les da de comer, cambiarles los pañales es impensable porque le da nauseas. 

Llego la noche de nuevo, los llevaron para comer ya que ahora que estoy despierta, Edward ordeno poner las cunas junto a nuestra cama, del lado donde él duerme. Les di de comer a uno primero y al otro después. Mi esposo los durmió y dejo en sus cunas correspondientes. 

-Bella me comento Carmen en la tarde que te noto molesta porque se encargan de los niños, ¿quieres decirme que pasa?- pregunto abrazándome. 

Como cada noche. 

-no pasa nada, buenas noches- dije soltándome. 

No quiero que me abrace, no quiero ni siquiera estar ahí, no soy necesaria. No me siento necesaria. 

-Bella por favor, es obvio que algo te molesta, dime que es- pidió abrazándome de nuevo. 

-no me necesitan… soy su madre y no me necesitan, cuando no estás tú esta Rose o Alice o Carmen, todos parecer saber que les pasa menos yo porque no me dejan… solo los traen para comer y se lo llevan de nuevo, si solo necesitan una vaca de crianza estoy segura que puedes encontrar quien lo haga, yo me quiero ir- dije levantándome un poco más rápido que de costumbre. 

-¿Qué te quieres ir? ¿A dónde? ¿Estás loca…? ¿Quieres abandonar a tus hijos?- se levanto siguiéndome. 

-¡¡¡no son mis hijos, son tuyos y de media comunidad pero no míos, no me han dejado ser su madre, no los ha dejado ser mis hijos y sí me quiero ir!!!- grite empujándolo tan fuerte como pude. 

Con mi grito ambos niños se despertaron llorando. 

-no digas estupideces, claro que son tus hijos…- respondió tomando a uno y luego al otro en brazos- es solo que estas aun delicada Bella, pasaste casi un mes más muerta que viva, solo queremos que descanses para que estas bien, no te los estamos quitándo- dijo de nuevo. 

Con un tono tan tranquilo que los niños se calmaron de inmediato. Los mire mientras Edward se sentaba en el sillón junto al fuego. No me necesitan, eso es seguro. 

-no lo son, si no me llevas a Forks me iré sola- dije saliendo de la habitación. 

Camine tan rápido como pude hasta las almenas. Donde el viento se lleve mi dolor, mi coraje, la furia que me hace sentir ser usada como vaca y nada más. Porque así me siento, no me preguntan que darles de comer o como vestirlos, o cuando sacarlos, solo llegan y se los llevan, me los regresan para darle leche, acto seguido se los llevan de vuelta. Edward los duerme y yo me quedo mirando. 

Me senté en una de las rocas bajas de la almena, es tan grande que pude abrazar mis rodillas y aun así tener espacio de sobra. 

-Bella… por favor, regresa a la habitación… hablemos de esto- pidió a mi lado. 

-¿Qué quieres hablar?- pregunte sin mirarlo. 

-cariño nunca ha sido nuestra intensión dejarte de lado por favor… no te sientas así. Debes entender que…- 

-¿debo? ¿Ahora soy yo quien debe? Edward, cuando te casaste conmigo solo te interesaba tener hijos, ya los tienes… me quiero ir- dije una vez más. 

-¡¡¡No, eres mi esposa y su madre, tu lugar es junto a ellos!!!- grito haciendo que su voz resonara por todo el patio. 

-¡¡¡entonces déjalos a mi lado!!! No me toman en cuenta para nada, no les baño, no les visto, no les saco a ningún lado, ni siquiera me dejas dormirles, no les doy más que leche y estoy segura que si alguien más pudiera hacerlo ya estaría ahí. No soy importante para nada más que proveer leche, Dios me ampare el día que no lo necesiten más porque seguramente se olvidaran que existo- dije entrando de nuevo. 

Subí con él casi pegado a mis pies diciendo algo sobre lo loca que estoy y que estoy sacando las cosas de proporción, cuando llegue al descansillo entre nuestra habitación y la que solía usar de recién casada me detuve dos segundos. Me seguí de frente y apenas entre cerré tras de mí. Como pude y antes de que él forzara la cerradura atravesé un sillón. 

Escuche como golpeo la puerta y las maldiciones que soltó. La bestia ha regresado. Y más furiosa que nunca. Me deje caer sobre la cama, llore hasta que salió el sol. 

Los niños se han perdido dos sesiones conmigo, mis senos duros y adoloridos están más que llenos. Pero no quiero enfrentarme al mundo. Por mundo me refiero a mi esposo. 

Antes de tomar la decisión de bajar para alimentarlos mi puerta voló en pedazos. Un Edward por demás furioso apareció en medio de los escombros. 

-o te regresas ahora mismo a la habitación o nos los ves de nuevo…-

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sábado, 13 de octubre de 2012

La Bestia del Castillo


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16.- Viviendo sin Bella 

Edward pov 

Escuche el llanto de mi segundo hijo. Pero mi esposa no. 

- es otro varón, Edward tienes dos hijos - dijo Rose abrazando al último. 

Me levante de la cama dejando espacio para que la atendieran y me dedique a abrazar a mis hijos. 

-no hay más que podamos hacer por la señora… lo siento señor- dijo la mujer cuando termino lo que hacía. 

Asentí mirando a mi esposa, pálida, fría, perdida. 

-¿quieres dármelos?- pregunto Alice acercándose 

Negué apretándolos contra mí, bese sus cabezas y me senté junto al fuego con cada uno de mis hijos en un brazo. Sin saber cuánto tiempo pase así me sorprendió ver el sol. Entre mi llanto y el de ellos es difícil saber dónde termina uno y empieza el otro. Pasadas las horas decidí que no puedo darme el lujo de derrumbarme. Dos personitas en el mundo me necesitan. 

Después de que los pequeños empezaran a llorar casi al mismo tiempo y que me levantara de ahí de manera inmediata dejando a uno de ellos en la cama y abriera la puerta con el otro en brazo, me regresara por el que había dejado y bajara las escaleras con ambos llorando a todo pulmón, Rosalie se apareció. Tomo a uno mientras Alice tomaba al otro. Me dejaron en medio de las escaleras sintiéndome vacio. 

Regrese a la habitación y me acosté. Me gire hasta quedar de costado con la vista al frente. Llore y me perdí tras mucho dolor. 

La rutina se estableció pronto. 

Me quedo con mis hijos por la noche, siempre en la misma habitación, me aseguro que coman, en la mañana salgo a entrenar con mis hombres… pero el silencio que reina en el castillo desde esa noche es apremiante. Apenas roto por el llanto de mis hijos o por el sonido de las espadas chocando contra los escudos. 

- ¿Cómo estás? - pregunto Emmet dos semanas después. 

- vivo- respondí - y cansado, ese par duermen menos de lo que comen, apenas consigo que uno se quede, el otro se despierta, anoche pase la mitad durmiendo a uno y la otra mitad al otro y para cuando por fin logre que se quedarán, se levantaron a los veinte minutos para comer. Estoy cansado, desvelado, agotado, prefería pelear con cien guerreros sin escudo y apenas con daga que tener más hijos. Con estos me son suficientes - dije siendo honesto. 

-¿por qué no dejas que las muchachas se hagan cargo?- pregunto Jasper trayendo a uno de mis hijos. 

-no, sin su madre para abrazarlos… me corresponde a mí. No lo dejare al cuidado de otras personas. ¿Para qué? No tengo nada mejor que hacer o nadie más en quien poner mi atención, el castillo se maneja casi por sí mismo, entre tú y Emmet mantienen todo funcionando, no soy necesario aquí, pero ellos sí me necesitan - termine de decir mientras Rose traía a mi otro hijo y se lo daba a Emmet. 

- señor, los hombres, yo… y algunas mujeres del pueblo quisiéramos hace una reunión sencilla para celebrar el nacimiento de los niños y bueno… nos gustaría saber si tenemos su aprobación… por lo de la señora…- calló Garrett mientras una clara expresión de dolor atravesaba su rostro. 

- es muy pronto Garrett, por favor, deja que pasen unos días más y pregúntame de nuevo - pedí. 

- claro señor, gracias - dijo retirándose. 

Tome al mayor de mis hombrecitos y me lo puse en un hombro, tome al otro y lo puse en el otro, camine con ellos mientras les platicaba de su madre. Su respuesta fue dormirse sobre mi antes de siquiera dar una vuelta entera. 

Uno de ellos, el mayor, tiene los ojos verdes como yo, el cabello despeinado pero oscuro, piel blanca como su madre y cuando se enfada y explotaba en llanto se pone rojo. El otro, tiene los ojos verdes también pero cambian a café a veces, es el más tranquilo, apenas llora cuando esta mojado o hambriento. No hace corajes y su sonrisa es un replica de la sonrisa de su madre. Su cabello es oscuro pero a veces a la luz del sol se ven destellos rojizos. 

Tan parecidos que para identificarlos, Alice les pone un lazo en la mano. Rojo para el mayor, verde para el menor. Aun no los nombro, aun no sé cómo ponerles. 

Mi esposa y yo habíamos hablado de ponerle el nombre de alguno de nuestros padres y para decidir cual, habíamos acordado una carrera, Divina contra Sombra, había decidió que me dejaría ganar sin duda y terminaría aceptando lo que ella quisiera. No hubo carrera. 

Necesito ponerles nombre. Entre en la habitación y los puse en la cama. Cerque las orillas con almohadas y me acosté en el extremo de la misma, mirándolos dormir. Son hermosos. 

La noche fue tan ajetreada como las anteriores. Duermen todo el día y de noche me dan guerra. Bella se reiría de mi si me viera pasarlos como león enjaulado hasta que se duermen solo para repetir la acción media hora después. 

- ¿algún cambio? - pregunto Emmet cinco día después. 

- no, nada - respondí abatido. 

Es una situación insostenible, apenas me mantengo en pie por mis hijos. Solo por ellos. 

Por encontrar las sonrisas cuando me ven al despertar, o los berrinches del mayor… Alice dice que así me veo yo al enojarme… lo que últimamente no pasa, la tristeza es más grande. O por ver la cara de profunda concentración de mi hijo más pequeño, la cual dice Rosalie es idéntica a la mía cuando me quedo mirando a la nada. 

-oye despierta, regresa al presente… últimamente de pierdes muy feo primo, sé que la estas pasando mal, todos la extrañamos pero… necesitas… ¿qué te parece si esta noche dejas que Carmen los cuide un rato y cenamos en el salón? Jasper y yo queremos hablar contigo- dijo por fin después de un rato. 

-bien, por fin se decidieron a pedir a las chicas- dije con una mueca que esperaba fuera una sonrisa. 

-algo así… te enteras esta noche- dijo antes de dejarme una palmada amistosa y retirase a sus obligaciones. 

-Edward… es hora de la comida de los niños… ¿quieres que…?- 

- no, ahí voy - interrumpí a Rose. 

Subí a bañarme en la tina de mi habitación, me quede mirando la hacía la cama. Extraño ver a Bella sentada mirándome mientras lo hago, con el deseo pintado en sus ojos hasta que la vena de sensualidad se sale de control y termina desnudándose y metiéndose conmigo. Enloqueciéndome con su cuerpo, sus besos, sus caricias. 

O mejor aún, verla en la tina cuando ella se baña, solía esperarme hasta la noche para provocarme, me dejaba sentado en la cama, mientras se desnudaba sin prisas, mojándose despacio, frotando su cuerpo lentamente con la esponja, negando cada vez que hacía por levantarme. Acariciando su cuerpo mientras yo me manoseaba solo, apiadándose de mi cuando le suplicaba me dejara acercar. 

Entonces sus manos se apoderaban de mi verga matándome. Haciéndome perder la poca cordura que me quedaba de verla excitada y con ganas de mi. 

Llore de nuevo, ¿Cuánto más soportare esto? ¿Cuánto más podre sobrevivir a esta situación? 

Extraño tocarla, besarla, acariciar su piel suave y tibia, sentir sus labios dulces en los míos, candentes en mi piel, con sus manos aferrada a mi sexo. 

-Edward, ya empezaron a llorar… apúrate- escuche desde afuera. 

Me lave con rapidez y deje mi sufrimiento para otro momento. Mis hijos están primero y ya los tengo descuidados. Me vestí a velocidad impresionante y salí por ellos. Regrese a la habitación. Comió uno y luego el otro. Por suerte el más pequeño es paciente, nada que ver con su hermano. 

En unos días cumplirán su primer mes de vida. Un mes donde su madre no los abrazo, beso o miro siquiera, un mes donde saben de ella por mí. Un mes donde yo muero por ella y vivo por ellos. 

Por fin se durmieron, uno pegado al otro, bajo la misma manta. Es mi manera de asegurarme que serán unidos siempre. O al menos la única que se me ocurre. Entro Carmen después de tocar levemente y salí. Una conversación con mis amigos me espera. 

-lamento la demora, como siempre ese par dieron guerra- dije sentándome en la cabecera de la mesa. 

Por un momento mire al asiento vacío a mi lado. Desde esa noche he evitado sentarme ahí, para no recordar que la mujer que suele ocuparlo ya no lo hace. Sentí la humedad en mi ojos de nuevo pero me aferre a no dejar salir ni una sola lagrima, no es el momento ni el lugar. 

-no te preocupes, pero ya que estas aquí me parece oportuno cenar cuanto antes, no sea que Huracán y Tornado se despierten- dijo Emmet. 

-¿quiénes?- pregunte imaginando que no me gustará su respuesta. 

-tus hijos… el menor y el mayor- agrego Jasper riéndose. 

-te mato Emmet, si les dices así de nuevo te mato- agregue tratando de no reírme. 

La descripción es precisa y acertada. Eso son mis hijos y aun no tienen el mes, no quiero pensar cuando lleguen al año. 

- ya no te alebrestes tanto, sabes que los amo- dijo Emmet cuando pudo dejar de reírse. 

La cena paso entre varios temas, ninguno en particular. Por fin terminamos y por la cara de ambos supe que eso que traían en mente desde que me invitaron a cenar saldría a la superficie. Y qué bueno porque Huracán y Tornado pronto despertarían para comer, otra vez. 

- bueno Edward el motivo de esta reunión es porque… como sabes desde hace algún tiempo he estado cortejando a Alice y bueno… hum… yo… lo que quiero decir es que… me parece que es momento de… bueno digo…- 

- ¿terminaras antes que salga el sol?- pregunte sarcástico mirando a mi primo. 

- yo quiero casarme con Rosalie y espero me des tu aprobación considerando que está esperando un hijo mío - soltó Emmet mientras la mirada de Jasper se desviaba hacía su hermana. 

Las chicas habían llegado minutos antes. 

- ¡¡¡¿estás embarazada?!!!- rugió mientras se levantaba de golpe y con dirección a la rubia quien estaba más blanca que la manta de mis hijos. 

-Jasper no te pongas así, mira te juro que solo fue una vez y bueno mis intensiones con tu hermana son buenas, me quiero casar con ella y…- dijo Emmet interponiéndose entre Rose y Jasper. 

Para ese momento todos estábamos de pie. 

-¡¡¡¿y qué apellido el darás a mi hermana?!!!- ataco Jasper con la mano en la espada. 

-¡¡¡basta!!!- dije cuando Emmet se quedo pálido y bajo la mirada - el apellido será Cullen, porque si lo único que te impide aceptarlo como esposo de tu hermana es eso, yo me encargare que todo el mundo sepa que es tan Cullen como tú o yo- dije mirando a Jasper duramente. 

Jamás imagine que algo así pasara por su cabeza, después de todo los tres hemos sido más que amigos y primos, somos prácticamente hermanos. 

-¡¡¡no es eso…!!! ¡¡¡Es que pudo al menos respetarla, pedirla primero!!! ¡¡¡No asaltarla y embarazarla además!!! ¡¡¡Carajo Emmet, se supone que somos amigos!!! ¡¡¡Pudiste esperar a estar casado con ella!!!- grito Jasper dando vueltas como caballo salvaje encerrado. 

-tú no esperaste Jasper ¿o se te olvida que nosotros hemos estado juntos?- pregunto Alice en un susurro. 

Y esta vez fue Emmet quien salto. 

-¡¡¡¿sedujiste a mi prima casi hermana?!!!- ataco el enorme oso que tengo por amigo. 

-bueno yo… es que nosotros…- balbuceaba Jasper retrocediendo. 

-¡¡¡basta por favor esto no me ayuda!!!- pidió Rosalie llorando. 

Ambos hombres se detuvieron mirándola. Alice la abrazo y se fueron hacía las habitaciones de la torre donde ambas dormían, después que le hiciera un gesto a Alice para que lo hicieran. Si Rose está en estado lo mejor es no alterarla más. No necesito otro drama como el vivido con mi esposa. 

-si ya acabaron de hacerse los machos ¿nos podemos sentar y hablar esto como gente civilizada?- pregunte sarcástico en toda la palabra. 

-discúlpanos Edward, creo que esto no salió como esperábamos. El caso es que yo sí me quiero casar con Rosalie, como dice Jasper no tengo un apellido que ofrecerle más que el de mi madre pero…- guardo silencio. 

-no Emmet no me hagas caso, yo solo te ofendí por idiota, no hay nadie mejor para mi hermana que tu, eso lo sé y me encargare que mi padre sepa y los apoye, te pido me disculpes por ese asunto y por lo de Alice, de verdad la amo- 

-bien ya que todo está dicho, mañana mismo ordenare que seas incluido como un miembro más de mi familia Emmet, así mi tío no tendrá manera de negarte a su hija además si como dices Rose está esperando lo mejor es que se casen lo más pronto posible, para evitar habladurías. En cuanto a tu asunto Jasper, ¿esta Alice en la misma situación?- pregunte mirándolo. 

-no que yo sepa pero… no tiene mucho que paso- dijo sin mirar a nadie. 

-bien, para evitar cosas se casarán en la misma ceremonia, en quince días a partir de mañana- dije mientras me levantaba. 

Los deje platicando entre ellos, aun tiene mucho que decirse y es mejor dejarlos solos. Mañana hablare con las muchachas. 

Camine lento hacía mi habitación. Carmen dormía en la cama. La desperté despacio. Después de revisar que todo estuviera bien con los habitantes de ahí se marcho, mis desastres naturales seguían dormidos. Me acosté donde antes estuviera la mujer sabiendo que no tardarían nada en despertarse. 

-¿Edward?...- 

Abrí los ojos, seguro de haber escuchado su voz. La oscuridad es absoluta. 

Es un sueño, pensé. Con esa idea cerré los ojos de nuevo dispuesto a aprovechar cada minuto que mis pequeños durmieran. 

Hasta que sentí una mano en mi rostro.

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¿Y mi final feliz?




Capitulo XVI


Edward POV 

Que fastidio, he estado sentado por más de dieciocho horas. ¿En qué momento se me ocurrió irme a estudiar tan lejos? Sabía que no faltaba mucho para aterrizar, la aeromoza nos había informado que en menos de cinco minutos el avión descendería por lo que teníamos que colocarnos el cinturón. 

Lo único bueno que había conseguido de este largo viaje era pasar tiempo de calidad con mi preciosa novia. Cada vez que veía sus ojos recordaba el día en que nos conocimos. 

Me encontraba en la oficina de la universidad llenando nuevos papeles para la pasantía universitaria ya que había declinado la oferta dada por la rectoría. Era desesperante volver a escribir todo pero pensaba en mi hermana y en mis padres sabiendo que lo valía. 

No sé en qué momento me dio por jugar con la pluma que tenía en mis manos presionándola fuerte contra una carpeta, parecía abandonada así que no me importo. Como si fuera el destino en el momento en que la pluma presiono contra ella esta derramo tinta por toda la cubierta. 

-Hey ¿Qué has hecho? – oi una fina vocecita reprochándome. 

-Yo lo… - cuando gire me encontré con una hermosa mujer de cabello rubio que me miraba entrecerrando sus hermosos ojos claros – siento. 

Wow… estaba impactado, tenía una figura esbelta y perfecta, su cara se ilumino por un segundo cuando me pillo observándola de pies a cabeza pero no me importo, la belleza se aprecia. 

-Soy Edward – me presente extendiendo la mano – lamento lo de tu carpeta. 

-Soy Tanya – tomo mi mano para completar el saludo – acepto tus disculpas pero tendrás que comprarme una nueva – y sonrió, sus blancos y perfectos dientes aparecieron en escena dejándome aún más interesado en ella. 

Desde en ese momento en adelante todo fue muy rápido, al día siguiente tuvimos una cita y dos días después ya éramos novios. Cada día que la veía me gustaba aún más; había descubierto que no solo era una cara bonita, estudiaba economía y finanzas. 

Jasper, mi mejor amigo me decía que probablemente ya estaba enamorado ya que intentaba pasar la mayor parte del tiempo junto a ella y aunque eso no me molestaba creo que tenía razón. 

Cuando me di cuenta de que solo faltaba una semana para regresar a casa me sentí desesperado, ella se quedaría en Londres y yo me iría a Forks a cientos de kilómetros lejos. 

No lo pensé dos veces, quería estar siempre con ella y hasta pensé en un momento en pedirle matrimonio pero la voz de mi conciencia (Jasper) me dijo que eso era demasiado acelerado y que ella se sentiría presionada, por lo que me contuve de comprar el anillo. 

Para hacerme las cosas más fáciles la invite a ella y a mi amigo quien traía consigo a su hermana ya que era su responsabilidad. Todos estábamos en la misma zona del avión, Jasper y Rosalie su hermana en los asientos de enfrente y Tanya y yo detrás de ellos. 

Llegar al avión que nos llevaría a Port Ángeles fue toda una odisea, tuvimos que nadar entre el océano de personas que se encontraban en el aeropuerto y luego correr con las maletas a cuesta para llegar a él ya que éramos los últimos en abordar. 

Tanto Rosalie como Tanya parecían chicas a las que la incomodidad les fastidiaba, si, tenían sus momentos pero la mayoría del tiempo eran muy comprensivas y tranquilas. 

El vuelo fue muchísimo más corto porque lo era y porque había pasado la mayor parte de él pensando en Bella, en como reaccionaria cuando le contara que tenía novia y que pensaba comprometerme con ella cuando llegara el momento. No le había dicho absolutamente nada sobre Tanya; mi novia lo sabía y no le molestaba. No sé porque no lo había hecho, tal vez porque sabía que era la primer novia que le presentaría y no estaba seguro de como Bella lo tomaría. Esperaba perdonara mi falta de confianza (aunque no era eso) y mi ausencia el último mes. 

Si, la había casi completamente abandonado, lo extraño de todo esto es que ella no me había hecho ningún comentario sobre eso. Pero lo deje pasar, estaba emocionado porque vería a mi pequeño tesoro de nuevo, aunque con casi diez y ocho años ya no sería tan pequeña. 

Como típico aeropuerto cuando desembarcamos la sala estaba llena a pesar de ser esta pequeña en comparación con la mayoría. No veía a Bella o a mis padres con todo el relajo que había. Miraba parejas besarse, familias abrazarse pero de la mía nada. 

-Edward – oí la dulce voz de mi pequeña hermana llamándome. No la veía pero estaba cien por ciento seguro de que estaba aquí. 

Finalmente después de varios segundos buscándola a través de la gente la encontré con las manos en las rodillas y jadeando, posiblemente por correr. 

-Bella – me acerque a ella, estaba feliz de verla finalmente. Había pasado demasiado tiempo, su rostro aunque era el mismo ya no reflejaba esa inocencia de niña pequeña que tenía cuando me fui, ahora era toda una señorita, una muy preciosa señorita debería decir. La rodee con mis brazos con una necesidad que tenía guardada desde hace tiempo. La sentí presionar un poco más el abrazo, me extrañaba tanto como yo a ella, pero había vuelto y pensaba aprovechar cada momento que tuviéramos para compensar mi abandono. 

-Edward – me llamo Tanya que se encontraba detrás de nosotros junto a Jasper y Rosalie. Todos me veían feliz porque me había reencontrado con mi hermana pero un aire de cansancio se reflejaba en su mirada, el cual yo también tenía y los comprendí; necesitábamos llegar a casa y recuperar fuerzas. Camine con Bella de la mano acercándome a ellos. 

-Hola, Soy Tanya Denali – saludo mi novia presentándose – es un gusto conocerte al fin. Edward solo habla de ti – le sonrió y me sonrió a mí para luego tomar mi mano. Bella no dijo nada pero me percaté de que miraba disimuladamente nuestras manos entrelazadas. 

- Yo soy Jasper Hale y ella es mi hermana Rosalie – se presentó ahora mi amigo nombrando también a su hermana. 

-Un gusto – hablo tímidamente Bella y le dio una cálida mirada a Rose como saludo. Esta, más efusiva se acercó a ella dándole un beso en la mejilla como lo había hecho Tanya. Mi pequeña se sonrojo levemente pero creo que ella no lo noto. 

Caminamos con las maletas en dirección a mis padres los cuales había visto momentos después de abrazar a Bella. Junto a ellos dos jóvenes que sin dudarlo eran Alice y Emmett (los amigos de Bella) nos miraban raro. 

-Hijo, me alegra que finalmente hayas llegado – me saludo mi padre dándome un abrazo de bienvenida. 

- Cariño, al fin estas aquí – mi madre se acercó para darme un muy efusivo abrazo – te hemos extrañado muchísimo. 

-Yo igual mama – sonreí feliz de estar de nuevo con mi familia. 

-Les presento a unos amigos – les dije segundos después ya que mis padres me miraban incomodos por mi falta de educación al no presentarlos – Jasper y Rosalie Hale. Y ella es Tanya Denali. 

No pasó desapercibido para mis padres el tono en que lo dije ni mucho menos el hecho de que nuestras manos estuvieran unidas pero no dijeron nada, amaba eso de mis padres, jamás te presionaban si no querías hablar sobre algo. 

Bella en esos momentos se encontraba junto a su amiga la cual veía a Jasper de reojo, vaya, ni un día aquí y mi amigo ya tenía una admiradora. Todo hubiera sido normal si no fuera porque cache a Jazz observándola disimuladamente. Él era tímido en cuanto a las conquistas, pero parecía haber atracción entre ellos, tal vez una ayudita no les vendría nada mal, pensé. 

El corpulento amigo de Bella andaba por la misma historia pero con Rose. No dejaba de verla, si no fuera porque no lo conocía le hubiera ofrecido un recipiente para recoger la baba, si supiera que Rose ni le paraba. Acababa de terminar con su relación de dos años, no creo que quisiera algo con alguien tan pronto. 

Una vez en el estacionamiento decidimos con quien se iría cada quien. No quería dejar a Tanya pero obviamente yo me iría en el auto de Bella con sus dos amigos y Tanya, Jasper y Rose viajarían con mis padres. 

Después de varios empujones intentando meter la última maleta al Beetle logramos cerrar la cajuela. El día no estaba nublado y el sol aparecía suavemente entibiando el ambiente, el capo del estaba bajado, dejando circular libremente el aire sobre nuestros rostros. 

Alice y Emmett, quienes se habían presentado momentos atrás se encontraban en el asiento trasero mientras que yo era el copiloto de Bella. 

-Así que preciosa ¿Qué hay de nuevo? – le hable despeinando su largo y achocolatado cabello. 

-No mucho – hablo, aunque por la forma en que lo dije no la sentí muy segura. 

- ¿De verdad? – le pregunte intentando sacarle algo. 

-Si – contesto. Alice y Emmett rieron por lo bajo en el asiento trasero. Algo sabían e iba a averiguarlo. 

-¿Qué paso? ¿Saben algo? – gire un poco el cuerpo quedando de lado con la vista hacia atrás. Emmett abrió los ojos como si lo hubiera encontrado haciendo algo y Alice me sonrió. 

-No – respondió la pequeña señorita – es simplemente que mi hermano es un idiota. 

Quería reír por lo que dijo pero nunca había visto a un chico hacerle un puchero de niño a su hermana y me contuve. 

-Hey Alice no es culpa mía – respondió este. 

Lo deje pasar, en su momento lo averiguaría, en cambio seguí conversando con Bella sobre lo diferente que se veía, estaba hermosa, ya lo había notado. Su largo cabello, sus pómulos pequeños pero notorios y rosa pálido, su sonrisa encantadora y su cuerpo ya desarrollado me decían que tendría mucho trabajo espantando bichos. Ella en cambio bromeaba diciendo que yo ya no era una lombriz, está bien, si fui delgado en un tiempo pero no como ella decía, que apreciación tenia de mí en aquel entonces. 

Por lo que iba viendo de Forks, una vez que note el rotulo de bienvenida este se sentía un lugar perfecto para vivir, con mucha vegetación, grandes espacios y un ambiente poco concurrido. 


Había entendido porque Bella hablaba tanto de sus amigos, podía decir que eran buenas personas con lo poco que los conocía hasta el momento. Muy joviales, alegres y carismáticos; que decir de extrovertidos y ocurrentes. Definitivamente Emmett y yo nos llevaríamos muy bien. 

Minutos después Bella me señalaba un grupo de árboles, mientras avanzábamos pude ver entre ellos la fachada de la que ahora sería mi casa, ya hace mucho le había dicho adiós a nuestra casa en New York, ahora se lo decía a Londres. Mi madre mejoraba cada vez más en sus gustos, simplemente era hermosa, tenía un aire de sencillez combinada con elegancia que la hacía atractiva para cualquier ojo. Tendría que felicitarla por su buen gusto. 

Pensé en Tanya y en lo mucho que le complacería ver la casa pero me percate que no venían detrás de nosotros. No supe en que momento los habíamos perdido. 

-¿Qué tal la vida universitaria? – Me hablo Emmett – ¿algún consejo? 

Le hable sobre lo divertidas que eran las fiestas de fraternidad y también sobre el nivel de responsabilidad que uno debe adquirir en los estudios. Ya habíamos bajado del auto pero yo seguía hablándole sobre lo mucho que le gustaría una vez que ingresara y lo mucho que yo extrañaría ese mundo. 

Un par de minutos después oímos el auto de mi padre llegar, ordenadamente bajaron todos y nos dispusimos a llevar las maletas a la casa. Estaba tan cansado, solo quería identificar mi habitación e irme a dormir, aunque sería muy grosero de mi parte dejarlos solos. Todavía lo estaba pensando. 

-Su casa y la decoración de esta es tan exquisita – halagaba Tanya a mi madre quien le regalo una sonrisa en agradecimiento. 

Mi padre nos ofreció pasar a la sala para descansar un rato, cosa que aceptamos más que gustosos. Tanya, Rose y yo nos sentamos en uno de los sillones, Jasper y Emmett en otro y mis padres frente a nosotros en dos sillones cerca de la chimenea. 

A todo esto faltaban dos personas. ¿Dónde estaba Bella? ¿Y Alice?


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HAGO UNA ACLARACIÓN:  ESTE FIC NO ES MIO, LA ESCRITORA ES EMMA BYZE, SE QUE HAY UNA NOMINACION Y AGRADEZCO EL GESTO PERO COMO DIJE, NO ES DE MI AUTORIA, 

DE LAS QUE ESTAN EN PROCESO LA BESTIA DEL CASTILLO ES LA UNICA HISTORIA MÍA EN ESTE BLOG.






miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Y mi final feliz?





Capitulo XV
¿El Inicio del Caos?


Por primera vez agradecí que estuviera Emmett aquí, este le había hablado a Edward preguntándole sobre cómo era la vida universitaria intentando distraerlo mientras yo me escabuia disimuladamente junto a Alice. 

Mientras Emmett junto a Edward se encontraban de espaldas a nosotros Alice se detuvo a un par de metros de donde se encontraba Jake dándome espacio para hablar privadamente. 

-Jake ¿Qué haces aquí? – me acerque a él quedando frente a frente. 

- Ni un beso de bienvenida – sonrió – he venido a presentarme con tu hermano… es lo correcto ya que soy tu novio. 

-Eh… si Jake – voltee preocupada pero solo Alice nos veía – entiendo. Pero te pedí que me dieras tiempo para informarle sobre nuestra relación ¿Recuerdas? 

-Lo sé, pero todavía recuerdo lo que dijo Emmett a cerca de hacer las cosas bien – Oh, pienso cazar a un oso más tarde. 

-Jake, pero… - este me quedo viendo confuso por mi reacción, no pensaba recibirlo con los brazos abiertos y decirle que había hecho bien, yo no lo sentía así pero parece que el esperaba otra reacción de mi parte. 

¿Por qué tenía que ser tan correcto en estos momentos? No es que no me gustara pero no era el mejor momento para esto, Edward estaba aquí. No es que tuviera miedo de mi hermano, bueno tal vez un poquito; lo que me preocupa es que no quiera que este con Jake. 

No sé cómo había entendido mi silencio y mis constantes miradas hacia donde se encontraban Emmett y Edward pero su reacción no fue muy buena. 

-¿Por qué tengo que esconderme? Es solo tu hermano – me vio con los ojos tristes y a la vez molestos – es más, pienso presentarme en este momento. 

Me aterre, lo vi dar un paso hacia delante y tome lo más fuerte que pude de su mano logrando detenerlo, sabía que otra vez malentendería mi reacción pero no quería enfrentarme a esto en este momento. El vio mi blanquecina mano sobre su piel canela y luego levanto el rostro para verme, sufría, lo podía ver en sus ojos pero ¿Qué le decía? No se me ocurría nada adecuado para ese momento. 

-Bella – hablo Alice llegando a nosotros. Gracias a Dios había interrumpido el momento – han llegado tus padres y los invitados de tu hermano hace un momento. 

Los vi a todos junto a Edward quienes avanzaban en dirección al interior de la casa. Por suerte la motocicleta de Jake se encontraba en el estacionamiento y mis padres habían dejado el auto frente a la entrada por lo que tenía una distancia prudente y no nos veían gracias a unos decorados con rosales en escalera de mi madre. 

-Voy en un momento – la vi con una sonrisa disimulada que no me llego a los ojos. Ella asintió entendiendo que era un momento de tensión. 

Observe nerviosa como uno tras otro entraban con sus respectivas maletas antes de dirigirme de nuevo a Jacob. Alice fue la última en entrar dándome una sonrisa de apoyo; esperaba que su sexto sentido funcionara y me dijera que todo saldría bien. 

-Así que ¿Me presentaras a tu hermano? ¿Le dirás que soy tu novio? – hablo con un tono autoritario al ver que no decía palabra alguna. 

- Si… lo hare – suspire – pero por favor, no en este momento – casi le rogaba – dame tiempo, el acaba de llegar y no viene solo. 

-¿Tiempo? 

- Solo un par de días. 

-¿Un… un par de días? Bella… no quieres verme – dijo afirmando - ¿Tu… tu, tú te avergüenzas de mí? 

Su pregunta me tomo por sorpresa, ¿Cómo podía decir algo así? Parecía como si no me conociera, se le habían olvidado todas las veces que le había dicho que él era muy especial para mí y que lo quería muchísimo. 

-¿Qué? ¿Qué dices? – Hable molesta por la clase de pregunta que me hacía – es que tu no entiendes. 

-¿Entender que Bella? Porque simplemente nunca me has explicado bien esto de no decirle a tu hermano – levanto la voz. 

¿Por qué no me entendía? Estaba haciendo las cosas de este modo por nosotros, el no conocía a mi hermano como yo. Jamás se lo había explicado bien a Jacob porque pensaría que Edward es un ogro que no deja que su hermana tenga una vida sin él, pero no era así. Yo era su pequeño tesoro, eso me había dicho el el día que se fue a Inglaterra y conociendo a Edward el cuidaba sus tesoros con dientes y garras, su piano era testigo. 

-Lo hago por nosotros – le grite herida y molesta por su reacción. Mis ojos en ese momento decidieron traicionarme al humedecerse un poco. 

-¿Y qué tiene que ver Edward en el nosotros? – Me respondió este con el mismo tono de voz – una relación es de dos, no de tres y por mucho que Edward sea tu hermano tiene que aceptarlo. 

-¿Cómo lo va a aceptar si ni siquiera lo sabe? – estaba llegando a mi limite. 

-No lo sabe porque tú no se los has dicho, esa es la única razón – bufo – él es tu hermano no tu padre. Y te recuerdo que ya tengo su permiso, solo he esperado que hablaras con tu hermano por respeto a ti y tus padres no porque nos afecte. 

- Lo que piense Edward es igual de importante para mí, pero tú no lo entiendes. 

-Claro que entiendo que ames a tu hermano, es normal y lo correcto pero él no es tu dueño, no necesitas de su aprobación. 

Me quede ahí, de frente a él con los ojos empañados evitando derramar las lágrimas que se acumulaban en ellos. Su rostro tampoco era de felicidad, me miraba con un deje de arrepentimiento pero aun así no cedía. 

-Be…lla – oi la voz de Edward detrás de mí la cual le salió entrecortada posiblemente porque creía que estaría sola. Se acercó junto a mí ignorando a Jacob. 

-¿Está todo bien? – me pregunto ya que yo intentaba no verlo a la cara. Levanto suavemente mi rostro buscando mi mirada. Edward me conocía muy bien aunque no hubiéramos vivido los últimos años juntos y mis ojos rojos y húmedos no serían buena señal. 

Asentí levemente intentando a la vez hilar la respuesta en mis labios pero no pude. Sus ojos me inspeccionaron por unos segundos más antes de girarse para quedar de frente a Jacob. 

-¿Quién eres tú? – le pregunto a la defensiva - ¿Y quién te crees para venir a mi casa y hacer llorar a mi hermana? – aun con los brazos en sus costados note que cerro sus puños. 

-Hey… yo no estoy llorando – Salí en mi defensa. 

Edward volteo a verme, sus ojos reflejaban molestia por lo que yo había dicho. Era lindo que viniera y me defendiera pero yo ya no era una niña y podía hacerlo bien, sola. 

-Tu… tu simplemente no digas nada – frunció los labios. 

No pude decir nada más. La forma en que me vio y el tono que uso en esas palabras me confirmaron que su reacción había sido diez veces peor que cuando tenía doce años. 

-Yo… -dio un paso – soy Jacob Black, el… - negué con la cabeza aprovechando el encontrarme de espaldas a Edward, implorándole que no dijera nada. 

-¿El? – pidió que continuara con un deje de fastidio por no haber terminado de hablar. 

-Amigo de Bella – dijo este bajando los hombros resignado – solo venía a despedirme de ella. 

Edward lo miraba fijamente con su postura erguida como si en cualquier momento Jacob se le tiraría encima, ambos eran altos por lo que no se miraba mucha diferencia si llegaran a pelearse pero esperaba que no lo hicieran. 

-Ya lo hiciste, ya te puedes ir – las palabras de Edward destilaban veneno. Eso no me gusto, Jake me la había puesto difícil. 

- Edward – tome su mano con suavidad - ¿Me podrías dar un minuto con él a solas? – le pedí apretando sutilmente su mano. 

El me soltó y negó con la cabeza, pero no tuve tiempo de reaccionar para volver a pedírselo ya que caminaba en dirección a la entrada de la casa. Me había negado hablar con Jake pero ¿aun así nos dejaba solos? 

-Me voy – dijo Jake acercándose a su motocicleta. 

- Jake, espera – lo seguí tropezándome con una piedra haciéndome trastabillar. 

-Si puedes hablar ya sabes dónde encontrarme – sonrió burlonamente – adiós Bella. 

Tomo su motocicleta y la arranco haciendo que esta diera un sonido ahogado, vi cómo se perdía a través del camino; me había dejado ahí, parada a mitad del estacionamiento con las palabras atoradas en mi garganta y mi mano extendida como si eso pudiera detenerlo. Eso dolió y no pude evitarlo, una traicionera lágrima recorrió mi mejilla mientras seguía viendo un camino vacío. 

Recordé que no estaba sola. Adentro ocho personas posiblemente me esperaban, pero siendo sincera sabía que de todos ellos dos eran los más interesados. 

Toque la dolorosa lagrima que colgaba de mi barbilla borrando la clara evidencia del dolor que jamás había sentido. Una sensación punzante y aguda se mantenía en mi pecho; sentía asfixiarme, jamás me había peleado con Jacob. Si, habíamos discutido pero él siempre se reía de lo obstinada que era y luego todo volvía a la normalidad, pero hoy no era así. Lo que se supone debía ser un buen día término siendo una versión de una tragedia. 

Empecé a caminar lentamente hacia la puerta mientras pensaba en que decirles, me vi a través de los vidrios polarizados del auto de mi padre y mi cara reflejaba tristeza, debía disimularla. Aunque la actuación o mentir nunca había sido lo mío y no me quejaba por eso hoy las necesitaba a ambas urgentemente. 

Presione mi rostro y limpie mis ojos intentando borrar todo rastro que pudiera delatarme pero sabía era imposible. Alice no se la tragaría y Edward tampoco. 

Cuando pensaba girar el pomo de la perilla sentí la puerta abrirse y unos ojos verdes me miraban expectantes, curiosos y preocupados. De todas las personas ¿Tenía que abrir la puerta precisamente Edward? 

Vi sus labios moverse intentando decirme algo pero fue interrumpido. 

-Edward – lo llamo Tanya – tus padres te esperan – giro su vista hacia mí – Oh, Bella a ti también. 

Agradecida por que ella apareciera en ese momento asentí. Antes de entrar le di una pequeña y falsa sonrisa a mi hermano. 

-Vamos – le dije a Tanya que todavía esperaba. Edward solo nos siguió sin decir nada.